Querida musa de mi existencia, tus palabras han llegado como suaves versos a mi corazón. En el sendero de la desconfianza, tu presencia se erige como un faro de amor, disipando las sombras que habían oscurecido mi alma.
Tus gestos serenos y tu firmeza han derribado mis murallas, permitiendo que el río del afecto fluya entre nosotros. Agradezco cada momento compartido, donde tu mirada transforma mi realidad y me haces sentir la dicha de amar y ser amado.
En este lienzo de emociones, cada trazo que compartimos es una sinfonía que embriaga mi ser. Tu existencia ha insuflado vida a mis días, convirtiéndolos en capítulos de un cuento donde la belleza se revela en la complicidad de nuestro amor.
Que la distancia no sea más que un suspiro en nuestra historia, pues mi anhelo es seguir tejiendo momentos a tu lado. Eres el tesoro hallado en el vasto océano de la vida, y mi corazón tarde al ritmo de tu nombre.
Con gratitud infinita, me entrego a este sendero que es nuestro, esperando que cada paso nos acerque más, porque en este universo que compartimos, mi amor por ti florece eternamente.
Con cariño, PdC.