Hoy te escribo desde el rincón más profundo de mi alma, donde aún resuena el eco de tus promesas y la esperanza de tu regreso. En esta tierra que una vez fue próspera y llena de sueños, tu ausencia se siente como una herida abierta, un vacío que consume el espíritu de quienes aún luchan por sobrevivir.
Recuerdo los días en que caminabas libremente por nuestras calles, cuando el sol brillaba con la promesa de un futuro mejor y las risas de los niños eran la banda sonora de nuestras vidas. Eras el aire que respirábamos, el motor de nuestras aspiraciones y el faro que guiaba nuestros pasos. Pero hoy, tu nombre se pronuncia con un susurro temeroso, como si invocarte pudiera atraer la ira de aquellos que te han desterrado.
Nos han robado la voz, querida Libertad, y con ella, la capacidad de soñar. Nos han encadenado con el miedo y la desesperanza, y han convertido nuestra patria en una prisión sin muros. Pero a pesar de todo, en el corazón de cada venezolano late una llama inextinguible, una chispa de rebeldía que se niega a morir.
Te escribo para recordarte que no te hemos olvidado. En cada rincón de esta tierra, en cada mirada perdida y en cada lágrima derramada, tu esencia persiste. Somos un pueblo resiliente, forjado en la adversidad y alimentado por la esperanza. Y aunque el camino sea arduo y lleno de obstáculos, seguimos creyendo en tu retorno.
Libertad, te necesitamos más que nunca. Ven a nosotros como el viento que disipa las nubes, como la lluvia que nutre la tierra seca. Devuélvenos la dignidad, la justicia y la paz. Permítenos reconstruir nuestra nación sobre los cimientos de la verdad y la solidaridad.
Con la pluma como mi arma y la palabra como mi escudo, te prometo que seguiré luchando por ti. Porque en cada verso que escribo y en cada historia que cuento, estás tú, Libertad, inspirando cada letra y cada pensamiento.
Con esperanza y determinación,
Un venezolano que sueña con tu regreso.